Hoy me senté frente al espejo y vi todas mis versiones. Si, incluso vi a la persona que se enamoró de la idea del amor. Un a idea que jamás le pertenecería. Aquella que se pasó horas, días construyendo castillos, hechos de esperanza y cariño, hechos con amor y pasión. ¿Mi error? Darle las llaves a personas desconocidas. Al final lo entendí, después de todo, tenía que aprender algo, ¿no es así? ¿No es a lo que vine a este mundo? Yo, era la princesa, encerrada en la torre más alta, construida a base de desinterés y desconfianza. Tú, el caballero de brillante armadura, empuñando tu espada de seguridad e intensidad. Derrotando al dragón de frialdad y oscuridad. Cuando llegaste hasta mí, creí que era el principio de una bella historia. Aquellas que finalizan con un “...y vivieron felices para siempre”. Si, ahora sé que fue demasiado rápido y hermoso para ser verdad. Al poco tiempo, tú comenzaste a desenvolver tus intenciones. Entonces, entendí que ese dragón, al que mataste, tan
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